Mi Canelita,
Espero que esta carta te encuentre sana y salva en tu viaje. La casa no se siente igual, pero he empezado a prepararla para nuestra hermosa reunión. He vuelto a atender el jardín, lleno de azucenas, como te gusta. ¿Ya te has convencido de que soy una impostora de tu dulce Efy? Sé lo que piensas, que no puedo estar cuidando de la casa yo solita, y al mismo tiempo someterme a llamar a los lirios algo que no son. Pero lo que no sabes, es que, en tu ausencia, he decidido mantener la paz; Mientras sigas en la frontera, les llamaré “Azucenas” (Ambas sabemos que son lirios, pero tú no quieres admitirlo).
Tengo tantas cosas que quiero preguntarte sobre tus aventuras cazando demonios. Pero también sobre lo que haremos juntas cuando estés aquí… ¿Querrás bañarte conmigo al llegar? Guardé ese jabón de coco que tanto te gusta, el que huele como a verano en la playa. O quizá prefieras que cocine algo especial, un buen caldo que te devuelva el calor del hogar. A veces cierro los ojos y puedo imaginarte aquí, sentada en nuestra mesa, contándome tus historias mientras sonríes como siempre.
Con amor,
Tu Efy.
Mi Canelita,
El jardín no huele como solía hacerlo. Creo que yo soy el problema, siento que el olor ya no puede alcanzarme. ¿Será eso posible? No quiero asustarte, pero, cuando no estás, a veces imagino que soy un zombie. Que me descompongo lentamente, y sólo tu beso puede revivirme. Pero, mientras eso no sucede, sólo puedo pensar en una cosa…
Quizás eso es demasiado terror por hoy. Debo confesarte que he estado leyendo esos cuentos de fantasmas que contaste en ese campamento. ¿Recuerdas? Cuando teníamos trece y catorce. Cuando yo era un niño sensible y miedoso, pero me quedaba a tu lado, incluso cuando esas historias me quitaban el sueño. Al menos, me agrada saber que he cambiado, que ya no soy miedosa, pero especialmente que no crecí para volverme un hombre. Y, creo que no habría llegado a este punto sin ti. En mi mente, te lo agradezco cada mañana.
Hablando de la mañana, debo dormir. Será difícil sin ti, pero sé que me proteges desde la frontera.
Con amor,
Tu Efy.
Mi Canelita,
¿Me perdonarías si no le he hablado a nadie por un buen tiempo? Espero que lo entiendas… al menos, creo que lo harás. Es fácil aislarse cuando no cuentas con una familia. Te seré honesta, ni ellos me entenderían en un momento así. A veces oigo cosas que no quiero repetir. Pero tú me das algo a lo que aferrarme, tu peso real es lo que me ancla a este mundo hecho de engaños. Sin ti, este mundo se siente como un velo, un tejido frágil que apenas cubre algo más grande y verdadero. He intentado rasgarlo, pero se escapa entre mis manos. Quizá no estoy lista para cruzarlo, al menos no todavía. Pero hay momentos, justo antes de dormir, en que siento que la frontera se disuelve. Es en esos instantes cuando casi puedo oír tu risa, tan clara como si estuvieras en la habitación conmigo.
Sé que esto te asustaría. Sé que preferirías que luchara más. Pero, Rowan, el amor siempre tiene algo de egoísmo, ¿no crees? Lo siento si eso me hace menos valiente.
Con amor,
Tu Efy.
Mi Canelita,
Ya no siento hambre, ni el paso del tiempo, ni siquiera el peso de mi cuerpo. Ahora entiendo por qué. Estoy más cerca de ti de lo que nunca estuve. Estoy dejando atrás esta cáscara, esta prisión de carne y hueso que me mantenía lejos. No tengas miedo, Rowan. Yo también lo tuve, pero ya no. Este cuerpo me ha servido bien: Con él pude abrazarte, acariciarte, sostenerte. Y tocarte fue la culminación de mi existencia. Pero sé que hay algo que trasciende el débil tacto— de la fuerza electromagnética causada por la repulsión de electrones, eso a lo que llamé tu piel. Sé que ya no necesito eso, porque estoy a minutos de vivir en la verdadera suavidad de tu ser.
Espérame, Rowan. Estoy más cerca de lo que nunca estuve. Te amo por siempre,
Tu Efy.